Capítulo 3: El pasado formador del presente



Dicen que el presente es lo que importa y que el futuro es incierto, pero ¿qué hay del pasado?, éste también llega a ser importante puesto que es de él que aprendemos, es de ahí que trazamos nuestro destino, es el que marca nuestro presente… 


¿Qué hubo en nuestro pasado? Si nos ponemos a analizar, hay y seguirá habiendo muchas anécdotas y vivencias, algunas que recordaremos con alegría y otras con tristeza, algunas con emoción y ciertas con pasión, algunas quizás ni las recordemos puesto que no marcaron nuestro ser, no obstante, lo importante es que debemos entender que cada una de las decisiones que tomamos en nuestro pasado, siempre fueron y serán las más acertadas para nuestro presente. Por eso tomamos estas disposiciones, por eso seguimos con nuestra vida tal y como está proyectada. Es importante agradecer siempre a nuestro pasado por darnos el presente y el ahora. 


Él, en cultura oriental, con otra manera de respetar a sus mayores, toque de pies en señal de respeto, saludos religiosos relacionados con gurús, colores y sabores explosivos, idiomas distintos al cruzar un estado, entorno disímil, creencias distintas, unión familiar arraigada, es decir un giro diferente en mente y espíritu…


Ella, en cultura occidental, respeto a sus mayores pero sin muchas demostraciones, cultos religiosos solamente de palabra no de hecho, colores y sabores recatados, idioma similar en todo el continente, entorno occidental, creencias sociales, cultura individualista, también un mundo diferente en mente y espíritu...



¿Qué hubo en el pasado de él? Una vida llena de amor a lo largo de su vida, una educación maravillosa para convertirlo en el ser que es ahora y finalmente las tradiciones que lo ataron a un matrimonio arreglado al cual simplemente aceptó por respeto a lo que sus padres exponían, de todas maneras, no había ninguna mejor opción, no la había en ese momento. 

¿Y en el de ella? Una existencia llena de educación internacional, por eso la allegada a medios extranjeros y en la constante búsqueda de su “partner de vida” que en el mundo occidental es más difícil encontrar ya que si no te unes con una persona en los años de colegio o universidad, es más ardua la tarea de poder encontrar el amor que se espera… ese había sido su caso, lo había sido hasta el momento y no estaba esperando nada, solamente vivía. 

¿Este pasado nos marcó a los dos? ¡Por supuesto que sí! El destino estaba jugando con nosotros de protagonistas, sin saberlo, sin presentirlo. Él, aunque ya había estado comprometido durante algún tiempo, su matrimonio no se había dado a cabo, las condiciones del contrato habían sido claras y antes de establecer sus intereses laborales, éste no se consumaría. Para ella era prácticamente igual, ninguno era el adecuado, se quedaba sin opciones, pero en realidad era porque estaba esperando encontrarse con él, y él estaba esperando encontrarse con ella…. Sólo eso y nada más… 

Los trazos eran claros, los caminos estaban destinados, por eso fue que, en dos continentes diferentes, en culturas diferentes, en tiempos diferentes, ellos tuvieron que unirse a través de la tecnología, la que irónicamente une y separa a las personas al mismo tiempo. Ahora se preguntarán, ¿cómo nació entonces el afecto? Tal vez es algo simple de explicar, solo apareció, la convivencia ayuda, pero no, hubo muchas otras cosas más inmersas que ayudaron, el destino quizás también tuvo su jugada, o quizás ya se conocían desde siempre, desde las otras vidas, la historia continúa hasta el fin de los tiempos. 

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