Capítulo 2: La primera vista, el primer encuentro



Cada vez que recuerdo el primer encuentro, en primera instancia no puedo dejar de preguntarme ¿por qué la tecnología llevó a contactar a la protagonista de este preámbulo? ¿por qué no fue el acercamiento a otra persona que era la más propicia para este tema netamente laboral? Escudriñando entre las palabras y los hechos, descubrimos que la persona que dio origen al contacto fue alguien cercano a él y lejano a ella, el nexo entre lo desconocido y a la vez conocido en vidas pasadas. Quién diría que después esto se convertiría en historia ¿no? Las cosas no ocurren de casualidad, todo está destinado a suceder, a acontecer, a pasar… Inclusive libros y películas a través de los años han tratado de evidenciar este tipo de comportamientos, puesto que cuando los analizas y los tratas de explicar no encuentras mejor razón que llamar a todo lo que algunos lo citan: “destino”. Habrá personas que pueden explicar al “destino” como la oportunidad, esa que se toma o se deja, te embarcas en el tren o simplemente se va. Nosotros nos encontramos en estaciones diferentes, pero estuvimos siempre esperando el mismo tren. 


¡Qué ironía! Pasaron tantos años para la tertulia, quizás por eso nada preliminar se concretó, quizás por eso la espera desesperaba, tan solamente quizás; quizás; nada fue absoluto y todo quedó en lo relativo, o a lo mejor las fuerzas energéticas estaban dispuestas a unirse, el universo llama a su ser, a su mitad, a su complemento, a su todo. 

Ahora centrémonos en el encuentro, ¿qué pasó? ¿cómo fue? Estoy segura que muchos ya quieren saber esta parte de la historia… La verdad fue simple, como todo encuentro casual, tal vez no fue tan emocionante como lo esperaban, o tal vez ¡sí! Creo que fue emocionante en el plano de colaboración, de cooperación, de ponerse en ese llamado coloquialmente “zapatos del otro” para sentir en carne viva qué hubiese pasado si era yo la que estaba en esa situación… Observemos el escenario: 

Extranjeros con la necesidad de establecerse en un país desconocido, sin conocer el idioma, sin tener contactos, sin saber a quién recurrir para poder realizar lo deseado, con tan sólo la necesidad y las ganas de montar todo lo que sus mentes ya habían creado. La mente puede crear muchas cosas, pero la realidad puede dar otras sorpresas.

Inmediatamente y sin pensarlo dos veces decidí ayudar en todo lo que podía, tenía los contactos que necesitaban, tenía el idioma para ayudar en la traducción, poseía la guía requerida para esas específicas cosas, entonces ¿por qué no socorrer? Siempre he sido una persona colaborativa y en este caso estaba más dispuesta por las circunstancias y así lo hice.

El día llegó, fui al encuentro e inmediatamente fuimos a poner en marcha todo lo estipulado, ¿hubo click inmediato en otro plano? NO, yo no conocía su estado sensitivo y mucho menos estaba interesada al momento en eso, insisto, siempre fue netamente laboral y humano, pero a la vez nada casual, el destino ya tenía planeada otra movida que estos seres no estaban esperando; los sentimientos, el encuentro, la vida. El involucrarte mucho con alguien (en cualquier plano), siempre trae consecuencias y las trajo. Su matrimonio arreglado continuaba esperándolo, yo no lo sabía, pero era un hecho, un hecho que solamente su entorno sabía, yo no era parte de su entorno, no en ese momento. Involucrarme seguramente se iba a convertir en algo doloroso, lastimosamente, en el sentir no se manda, solo se acciona, lo demás queda en historia. 

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